miércoles, 20 de noviembre de 2013

ALGUNA CUENTA PENDIENTE


                                             


Bueno, pues va a ser que va tocando ajustar algunas cuentitas que tenía por ahí pendientes, y si hace un par de años pude darme el gustazo de hacer algo que siempre quise hacer, como fue el poder participar en un programa de radio, ahora le ha tocado el turno a la música y tras mucho tiempo pensándomelo por fin no hace mucho que me lie la manta a la cabeza y pensé, ¿por qué no?, así que me compré una guitarra criolla, que le dicen por estos lares, vamos, la que nosotros conocemos como española, la de toda la vida y bueno, hete aquí que ya llevo más de un mes tomando clases, practicando y perturbando los oidos de la patrona, que dicho sea de paso, ya me ha tirado más de una indirecta para que limite mis prácticas con tan noble instrumento a los periodos de tiempo en que ella se encuentra fuera de casa, supongo que es lo que tienen los comienzos, muchas y anodinas repeticiones, sobre todo para el escuchador pasivo.

Siempre tuve interés por aprender a tocar las seis cuerdas, es más en mi mocedad hice mis pinitos en la parroquia del barrio, cuando, y tras darle la barrila a mis padres una buena temporada conseguí que me compraran una guitarra en la antigua tienda Erviti, cuando estaba situada más arriba de donde se encuentra en la actualidad, casi enfrente del antiguo Simeon. Por aquellos tiempos en mi barrio estrenábamos parroquia, Logroño iba creciendo y nos disgregaron de la del Corazón de María, que hasta aquel entonces había sido la nuestra y se formó la de Madre de Dios. Durante mucho tiempo la nueva parroquia careció de un espacio físico propio, por lo que los Salvatorianos les cedieron unas aulas para empezar a funcionar. Ahí fue que conocimos a un cura que por aquel entonces nos sorprendió a todos, Don Restituto, Resti para todos, un curita cañón, super cañero, que no solo no vestía la tradicional sotana sino que además solía llevar, en verano, claro, una pantalones cortos de jean, lo cual ya era la repanocha para la época. Y el bueno de Resti comenzó a dar clases de guitarra, y ahí que me apunté yo, pero no se si era que no me gustaban las canciones que nos enseñaba, una era la de "triste y sola, sola se queda Fonseca", o mi gran inconstancia, capaz que una mezcla de ambas, lo cierto es que enseguida me cansé y abandoné.

Hasta ahora, la cosa va bien, voy contento y progresando, que es lo importante, me gusta y me divierte, espero poder vencer la inconstancia y la poca paciencia que me caracteriza y poder por lo menos, no ser un virtuoso, pero poder sacarle algunas notas, ser capaz que tocar algunos temas que me gustan y poder un dia amenizar una velada con amigos, no quiero más, con eso, más que satisfecho.