Pero para nuestra desgracia, van pasando los años y por unas cosas o por otras, lo cierto es que hasta ahora cuando llega el mes de junio nos toca enfrentarnos con la cruda realidad y esta nos vuelve a colocar inexorablemente de nuevo de patitas en el pozo de la Segunda División B. Puede ser que el pasado ejercicio fuera cuando más cerca lo vislumbramos, las sensaciones que el equipo transmitía y el convencimiento de que el mismo había experimentado un crecimiento exponencial a lo largo de la temporada, nos hizo a muchos concebir esperanzas de que este definitivamente iba a ser nuestro año, que por fin había llegado nuestra hora. Tras un comienzo ilusionante en Badajoz, desde donde nos trajimos un magnífico 0-1, y a pesar de que en el partido de vuelta en Las Gaunas nos tocó sufrir como perros, al final se logró el objetivo de pasar a semifinales. El partido de ida se disputó en el José Rico Pérez de Alicante, una parada complicada, pero ante más de 22.000 almas blanquiazules no solamente se dio la cara si no que se consiguió lo más difícil, ponernos en ventaja y silenciar el estadio alicantino. Lastimosamente y cuando mejor pintaba la cosa no supimos administrar la ventaja y terminamos perdiendo por 3-1 y por tanto la necesidad imperiosa de remontar en Logroño. La empresa era complicada y a pesar del gran recibimiento con el que la afición recibió al equipo en su llegada por República Argentina, la remontada se hizo imposible y de nuevo volvíamos a caer cerca de la orilla.
Borrón y cuenta nueva pues, toca volver a remar de nuevo, que nadie dude de que lo haremos, está afición volverá a dar el do de pecho y domingo a domingo se dejarán sus gargantas en pos de lograr el objetivo. Aunque ciertamente a veces se hace muy cuesta arriba mantener la ilusión cuando asistes con estupor a la repetición de situaciones y partidos ya vividos y sufridos en nuestras propias carnes.
Ayer domingo arrancaba un nuevo asalto a los cielos en Vitoria, contra un Alavés B, al que visto lo visto le auguro una vuelta rápida por la división de bronce, un campo en el que, y lo veremos al final de temporada, van a llevarse los tres puntos la mayoría de los equipos que lo visiten. Volvimos a ponernos por delante en el marcador, pero como si no hubiésemos aprendido nada durante este viaje, no solamente no cerramos el partido como era menester con un segundo gol, es que encima no supimos conservar la ventaja ante un equipo que en todo el partido no había probado a Miño, nuestro nuevo portero. En fin, como dicen en Argentina, figurita repetida, como decimos aquí, este partido lo viví cien veces y las cien nos empatan.
Lo bueno es que es solo el primer capítulo de este libro que recién comenzamos a escribir, quedan por tanto muchas hojas en blanco listar para ser rellenadas, ojalá en el epílogo podamos contar que llegó el dia en el que al fin aprendimos a jugar estos partidos, el mismo prometo escribirlo a la vuelta de dar la vuelta en Murrieta.